Por: Néstor Raúl Ávila Martínez
“El hijo pródigo”
Hoy corresponde el evangelio a una parte de la oveja pérdida y la totalidad de la parábola del hijo pródigo.
Esta manera de enseñar de Jesús es de mis favoritas, y que siempre tuve el deseo de compartir ante la confusión e interpretación personal que cada ser humano le da según sus conveniencia.
La parábola involucra a todos, vamos a ver lo que nos dice Lucas 15,1-3.11-32 (en la biblia, esta forma de contar indica que pueden leer Lucas 15,1-3 y después saltan a Lucas 15,11-32, por eso el punto divide)
“En aquel tiempo, se acercaron a Jesús todos los publicanos y los pecadores a escucharlo. Y los fariseos y los escribas murmuraban diciendo: ¨Ese acoge a los pecadores y come con ellos¨.
Jesús les dijo esta parábola:
¨Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre: “Padre dame la parte que me toca de la fortuna”.
El padre les repartió los bienes.
No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, se marchó a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente.
Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad.
Fue entonces y se contrató con uno de los ciudadanos de aquel país que lo mandó a sus campos a apacentar cerdos. Deseaba saciarse de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba nada.
Recapacitando entonces, se dijo; “Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí tengo hambre. Me levantaré, me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros”.
Se levantó y vino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se le conmovieron las entrañas; y, echando a correr, se le echó al cuello y lo cubrió de besos.
Su hijo le dijo: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, ya no merezco llamarme hijo tuyo”.
Pero el padre dijo a sus criados: “Sacad enseguida la mejor túnica y vestídsela; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los píes; traed el ternero cebado y sacrificadlo; comamos y celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido, estaba perdido y lo hemos encontrado”. Y empezaron a celebrar el banquete.
Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y la danza, y llamando a uno de los criados, le preguntó que era aquello.
Este le contestó: “Ha vuelto tu hermano, y tu padre ha sacrificado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud”.
El se indignó y no quería entrar, pero su padre salió en intentaba persuadirlo. Entonces él respondió a su padre: “Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mi nunca me has dado un cabrito para hacer un banquete con mis amigos; en cambio, cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado”.
El padre le dijo: “Hijo tu estas siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero era preciso celebrar un banquete y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; Estaba perdido y lo hemos encontrado”. Palabra del Señor.
En este evangelio de Lucas hay tres personajes que Jesús menciona en la parábola, el Padre, que representa a Dios y el hijo mayor al fariseo y el hijo menor que no conoce todavía al Padre sino al Dios de las religiones y de la moral.