Este año 2025 se celebran los 800 años de la composición del Cántico de las Criaturas, un bellísimo texto creado la primavera del año 1225, un texto que sigue siendo actual, es una alabanza cósmica y a la vez un poema de hondura y profundidades íntimas.
En los últimos momentos de su vida, cuando su cuerpo sufría y su alma estaba turbada, es cuando desde lo más profundo de su corazón brota como un manantial el canto más bello que podemos imaginar, el cántico de un cristiano reconciliado, el canto de alabanza y de gratitud a Dios: el Cántico de las Criaturas, que hoy 800 años después seguimos proclamando y cantando.
El Cántico de las Criaturas resume el talante fresco, festivo y alegre de San Francisco. San Francisco nos recuerda que hemos de ser siempre agradecidos, ya que esto eleva nuestra alma, nuestro estado de ánimo y nos enriquece. En las últimas estrofas del Cántico de las criaturas también nos recuerda que la felicidad está enraizada profundamente en el perdón, y consiste en saber que Dios cree en ti y te ama. Y la última estrofa es de alabanza a la hermana muerte. La muerte era el culmen, era el camino hacia la luz.
Para reflexionar:
Solo una vida desposeída de intereses se transforma en canto y en verdadera fiesta.
Celebrar el Octavo Centenario del Cántico de las Criaturas nos tiene que llevar a un cambio radical con nuestra relación con la naturaleza y toda la creación, que consiste en sustituir la posesión por el cuidado de nuestra casa común.
Al final en la vida es más importante tener armonía que tener la razón. El perdón es el auténtico bálsamo de la vida.
No solo hay que reforestar nuestros montes sino que hay que reforestar la esperanza.
Cada uno de nosotros está invitado a responder sinceramente a estas preguntas.
• ¿Cómo quiero vivir mi relación con las demás criaturas? ¿Cómo gobernante, como consumidor o como hermano o hermana?
• ¿Cómo podemos «reintroducir el lenguaje de la fraternidad y la belleza en nuestra relación con el mundo», como nos insta el papa Francisco en su Laudato si'?
• La «crisis ecológica es una llamada a una profunda conversión interior». Laudato si'
• Cuidar nuestra casa común sin cuidar nuestro hogar interior —nuestro corazón— no funcionará. ¿Qué necesita tu vida para una conversión interior con respecto a la creación?
Tenemos que recuperar la mirada contemplativa, saborear la mano de Dios y percibir la belleza de todo lo que nos rodea y ser profundamente agradecidos y magnánimos.
Qué San Francisco nos enseñe a vivir a la luz de la Pascua toda nuestra existencia y que nos pongamos a los pies del Cristo de San Damián y pronunciemos las palabras que él mismo pronunció y se conviertan en guía para nosotros.
Cántico de las Criaturas de San Francisco de Asís:
Altísimo, omnipotente, Buen Señor, tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor y toda bendición. A ti solo, Altísimo, corresponden, y ningún hombre es digno de hacer de ti mención.
Loado seas, mi Señor, con todas tus criaturas, especialmente el señor hermano sol, el cual es día, y por el cual nos alumbras. Y él es bello y radiante con gran esplendor, de ti, Altísimo, lleva significación.
Loado seas, mi Señor, por la hermana luna y las estrellas, en el cielo las has formado luminosas y preciosas y bellas.
Loado seas, mi Señor, por el hermano viento, y por el aire y el nublado y el sereno y todo tiempo, por el cual a tus criaturas das sustento.
Loado seas, mi Señor, por la hermana agua, la cual es muy útil y humilde y preciosa y casta. Loado seas, mi Señor, por el hermano fuego, por el cual alumbras la noche, y él es bello y alegre y robusto y fuerte.
Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana la madre tierra, la cual nos sustenta y gobierna, y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba. Loado seas, mi Señor, por aquellos que perdonan por tu amor, y soportan enfermedad y tribulación.
Bienaventurados aquellos que las soporten en paz, porque por ti, Altísimo, coronados serán. Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana la muerte corporal, de la cual ningún hombre viviente puede escapar. ¡Ay de aquellos que mueran en pecado mortal!: Bienaventurados aquellos a quienes encuentre en tu Santísima Voluntad, porque la muerte segunda no les hará mal.
Load y bendecid a mi Señor, y dadle gracias y servidle con gran humildad. Amén.
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