Heber López Vázquez iba a cumplir 43 años el próximo 28 de febrero. La tarde antes de que lo asesinaran la pasó preparando la celebración junto a su primo, Antonio Villaseñor Gallego, también periodista. Comieron sobre las tres de la tarde en Salina Cruz, Oaxaca, y allí platicaron sobre sus últimos textos, entre ellos una denuncia contra Arminda Espinosa Cartas, exagente municipal de Salinas del Marqués, a quien acusaba de corrupción.
Se despidieron una hora después sin saber que sería la última. Posteriormente, López Vázquez estaba citado con Soledad Vásquez Martínez, otra reportera con la que coincidió en el diario Noticias Voz e Imagen del Istmo. Nunca llegó. Aproximadamente a las 19.30 horas, dos hombres dispararon contra el reportero cuando salía de un estudio que estaba remodelando. Le dieron cinco balazos: uno en la cabeza y otros cuatro en el pecho. Murió en el acto.
“Cuando llegué al lugar de los hechos ya estaba tirado en un charco de sangre”, dice Villaseñor Gallego, primo de la víctima y una de las últimas personas que lo vio con vida. Recuerda que en ningún momento le dijo que tuviese miedo o que sospechase que pudieran atentar en su contra. Sí que habían hablado sobre la posibilidad de que alguien, molesto por sus denuncias, quisiera atacarlo. Pero imaginaban que podrían ser unos golpes, no cinco balazos.
“Matarlo así no está bien. Es un ser humano, y no lo digo porque sea mi familia, si el tenía su forma de expresarse y dañaba intereses, pues hay otras maneras de arreglarlo”, dice Villaseñor Gallego.
La carrera periodística de Heber López Vázquez siempre estuvo vinculada a Salina Cruz, su lugar de nacimiento. Él era originario de Barrio Nuevo, aunque salió a estudiar Ciencias de la Comunicación en la UGM de Minatitlán, Chiapas.
De ahí, vuelta a Oaxaca, donde se casó y tuvo dos hijos, que ahora tienen 12 y 4 años. Primero fue empleado como camarógrafo en Meganoticias, cuando se llamaba Canal 10. Luego fue editor. Y luego, reportero. Hasta que perdió el trabajo pero no las ganas de reportear.
Inundaciones y enfrentamientos: reportero todoterreno
“Una tarde me lo encuentro y me dice que le gusta el periodismo, pero que nadie le quería dar una oportunidad”, recuerda Soledad Vásquez Martínez. Ella trabajaba en Noticias Voz e Imagen del Istmo y acababa de perder a un fotógrafo, así que le propuso la contratación a la directora.
A partir de ahí comenzaron a trabajar juntos. López Vázquez no era solo un fotógrafo. Intervenía en las entrevistas, aprendía a redactar. “Fui como su mentora en esto”, dice ella.
Tras dejar el periódico, Heber López Vázquez decidió poner en marcha su propia página y armó Noticias Web, un sitio en Facebook desde el que informaba sobre el Istmo. Era característico su tono crítico y punzante. De hecho, en 2019 sufrió un primer ataque. Un guardia de seguridad del alcalde Juan Carlos Atecas trató de atropellarlo y lo amenazó. Los hechos fueron documentados por Artículo 19, pero no se llegaron a pedir medidas de protección.
Era un reportero todoterreno. Villaseñor Gallego recuerda que compartieron inundaciones y enfrentamientos y que él siempre ponía en el coche música de Junior Klan. “Era una persona muy trabajadora, hacíamos mancuerna para trabajar juntos. Siempre estuvo al pie del cañón”, recuerda.
“El era muy crítico en su redacción y ya había tenido confrontaciones antes. Estuvo escribiendo sobre temas de los sindicatos, del gobierno municipal, de las anomalías del gobierno municipal por la designación del juez municipal cívico”, explica Vásquez Martínez.
Las presuntas corruptelas en la agencia de Salinas del Marqués fue también un tema fundamental en su trabajo. Ahí se construye un proyecto de Rompeolas que forma parte del corredor interoceánico del Istmo de Tehuantepec, una de las grandes obras promovidas por el gobierno federal. En opinión del periodista asesinado, las trabajos escondían fuertes intereses. Y así lo escribió.
“Arminda Espinosa Cartas ha hecho caso omiso de lo que en una de las últimas reuniones de seguridad le dijera un alto funcionario de la Marina que ya tienen plenamente identificados a los desestabilizadores de la obra y que ella es una de ellos y que un día podrían arrepentirse si la obra se llega a cancelar por su culpa y sus ambiciones”, dijo en un texto en octubre de 2021.
“Tal parece que a la exagente municipal Arminda Espinosa Cartas ya le gustó vivir del jugoso negocio que representó ser la agente municipal y poner y disponer en la obra del Rompeolas, ya que quiere reelegirse para no soltar la gallina de los huevos de oro y es por eso que utiliza al encargado del Grupo INDI para convencer mediante amenazas a los trabajadores de la obra de votar por ella en las próximas elecciones, de lo contrario los despedirán”, publicó el miércoles, 9 de febrero, un día antes de su asesinato.
Ahora deberá ser la Fiscalía General del Estado de Oaxaca la que determine el móvil, los responsables y los autores intelectuales. Pero la detención de Ricardo “N”, hermano de Arminda, cuando manejaba una camioneta para huir del lugar del asesinato con otra persona que cargaba un arma, parece apuntar a que lo mataron por lo que escribía.
Oaxaca no es un lugar sencillo para los periodistas. EL 17 de junio del año pasado fue asesinado Gustavo Sánchez cuando viajaba con su hijo en motocicleta. Y en enero, José Ignacio Santiago Martínez salió ileso de un atentado gracias a la reacción de sus escoltas.
Según Artículo 19, Oaxaca es el segundo estado más peligroso para los periodistas, con 15 reporteros muertos, igual que en Guerrero. Solo son superados por Veracruz, donde 31 informadores murieron de forma violenta desde el año 2000.
A las 5, los colegas de Heber se concentraron frente a la Fiscalía para denunciar este nuevo ataque. Mientras, su cuerpo fue velado en Salina Cruz hasta que tenga lugar el entierro, previsto a las 3 de la tarde del sábado. Su familia solo pide una cosa: que el asesinato no quede impune. Que haya justicia y se castigue tanto a los que apretaron el gatillo como a quienes dieron la orden.
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