Violando el espíritu de la Constitución y haciendo trampa a la hora de “siglar” las candidaturas de la coalición Sigamos Haciendo Historia, el partido en el Gobierno busca que la autoridad electoral le asigne los diputados necesarios para alcanzar la mayoría calificada, y así poder reformar a su antojo la Constitución.
La presión que están ejerciendo indebidamente desde la Secretaría de Gobernación al INE es para que, de tener Morena y sus dos satélites 54.7 de la votación nacional emitida, se les otorgue 74.6 por ciento de representación en la Cámara, 17 por ciento de sobrerrepresentación, dejando a la oposición con sólo 25 por ciento de diputados, siendo que obtuvimos 41.5 por ciento de la votación.
Morena se quiere aprovechar de que la Constitución establece ese 8 por ciento de sobrerrepresentación por partido político, olvidando que cuando se estableció, la ley electoral ordenaba que para esos efectos la coalición fuera tratada como si fuera un solo partido.
Ese espíritu de la Constitución consiste en que ninguna fuerza política esté sobrerrepresentada con más de 8 por ciento (ni más de 300 diputados), como bien lo estableció en una resolución la Suprema Corte de Justicia, siendo la ministra ponente Olga Sánchez Cordero, actual senadora morenista, interpretando que el principio de representación proporcional es un sistema para garantizar de manera efectiva la pluralidad en la integración de los órganos legislativos: “impidiendo que los partidos dominantes alcancen un alto grado de sobrerrepresentación”.
Suponiendo sin conceder que la autoridad electoral debe ceñirse a la literalidad de la norma constitucional y repartir las curules de representación proporcional por partidos separados aunque fueran en coalición, Morena implementó una estrategia muy bien planeada para burlar los límites de sobrerrepresentación establecidos en la ley que no se debe permitir porque están distorsionando gravemente la representación popular en la Cámara de Diputados.
La trampa consistió en transferir distritos ganadores a sus dos satélites, poniendo en muchos casos a morenistas como si fueran del PVEM o del PT sin serlo, por lo que la autoridad electoral debe cerciorase de la “afiliación efectiva” de los candidatos en una coalición.
Los 57 distritos de mayoría relativa que supuestamente ganó el PVEM y los 36 del PT realmente fueron ganados con votos de Morena. Según la proyección presentada por la Secretaría de Gobernación, es una incongruencia que el PVEM, con sólo 8 por ciento de la votación, vaya a tener 75 diputados y convertirse en la segunda fuerza parlamentaria y, el PAN, con más del doble de votos que el PVEM, con 18 por ciento de la votación, vayamos a tener sólo 68 diputados y pasaríamos a ser el tercer grupo parlamentario en número de diputados.
El PVEM y el PT no ganaron un solo distrito con sus propios votos sino que ganaron por los votos de Morena. Ahí está la trampa y es donde esperamos que el INE y el Tribunal Electoral no permitan este fraude a la Constitución.
Como bien lo expresó el Consejo General de la Abogacía Mexicana, la autoridad electoral debe realizar una interpretación jurídica, histórica, teleológica, garantista y sistemática del artículo 54 constitucional.
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