Los Sacrilegios duelen, duelen hondo y duelen así por qué quien lo ha hecho llevaba la intención de dañar algo más grande que la materia, por qué la intención buscaba lastimar la Fé, lo Sagrado, lo amado por muchos y que por alguna razón le resultaba amenazante.
Lo que a veces se ignora es que el daño real ocurre solo para quien lo realiza, pues la acción denota lo que le habita.
Lo divino, no se puede dañar, lo que es de Dios queda intacto y nuestra pena esa que sentimos por este agravio pronto avivará nuestra Fé y simplemente se hará más grande, más fuerte, inquebrantable.
Dios nos permita como sociedad vivir el respeto a la libertad de credo, vivir el respeto en todas sus formas, y para todos.
Soy Católica, mi fe está puesta en Dios, y de la mano de María quiero llegar a Él, hoy pido por ti que lo hiciste, pido por mis hermanos en Cristo que sienten dolor en su corazón, pido por los Sacerdotes de nuestra Diócesis, por los seminaristas, religiosos y religiosas, por los matrimonios y las familias, por las catequistas, por los bienhechores, por los laicos consagrados, por los seglares, por todos los bautizados, por todos los que creemos y los que no, Dios tenga siempre una mirada misericordiosa para nosotros y María nos guíe siempre en el camino a su encuentro. ¡Viva la Virgen de la Candelaria!
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