martes, 16 de septiembre de 2014

Miguel Ángel, un adolescente que aún con su ceguera, motiva a toda una escuela con sus deseos de superación

 EL ALACRAN
TECOMAN, COL. EAM. Miguel Ángel es un adolescente común, estudia en la escuela secundaria Justo Sierra, lleva un promedio de 9.9, es el mejor de su grupo y quiere estudiar la licenciatura en Derecho, meterse a la política… Con una apretada y tímida sonrisa en los labios, confiesa que su sueño es llegar en la política “hasta donde se pueda”.

Tiene proyectos en mente y ganas de sacarlos adelante, hasta el momento nada lo está deteniendo, ni siquiera la ceguera que sufre desde los nueve años de edad a causa de un accidente.
Miguel habla con tranquilidad de su situación que mucha gente podría considerar como limitante, relajado y con un hablar fluido dice “Sé que cuento con una discapacidad pero no es para que yo diga hasta aquí, sino que al contrario, más me motiva, si cuando tenía la vista no aproveché el estudio, ahora sí, para que vean con mucho más razón los que tienen bien todo su cuerpo que sí se puede, que es posible”.
El problema de Miguel no ha sido la falta de este sentido, sino la falta de apoyo y discriminación que sufrió al querer ingresar a una escuela secundaria “normal”, en su primera opción fue rechazado porque los profesores no sabían cómo tratarlo; así fue que en lugar de poner una queja en Derechos Humanos, prefirió buscar más opciones y llegó a la Secundaria Justo Sierra.
Junto a él, está el subdirector del plantel Mario Vallejo Magaña, quien inscribió al niño en esta escuela y relata “nosotros lo vimos como un reto para la escuela, y a partir del derecho que tiene todo niño a la educación y no podemos negarlo, pensamos en buscar los apoyos para ayudarle de la mejor manera, sin saber realmente el nivel intelectual del niño ni su capacidad para aprender, lo aceptamos”.
Conforme pasó el tiempo los profesores descubrieron la capaci dad de Miguel, de muchos detalles sobresalientes para aprender y para manejarse en la escuela. En su grupo estudia una prima de él que le servía de “lazarilla”, pero ahora cualquier compañero le brinda la ayuda para caminar, no usa bastón, no quiere, se guía con sus compañeros.
El subdirector cuenta que hubo que adaptarse al espacio, al lenguaje de los maestros y de los mismos alumnos, “él no dice ni quiere escuchar mala palabras, siempre le costó un poco pero se adaptó y empezó a transformarse, en Tecomán el medio es rudo, no falta el niño que sale con una palabra obscena pero a través de dialogar, logró concientizarse pero no entra en esos detalles”.
Mientras tanto Miguel Ángel sonríe siempre y dice “La verdad no sentí difícil, estoy bien gracias a Dios, hay apoyo, no digo que hacen más de lo correcto pero no se burlan, ellos lo que hacen es evitar esos comentarios.
En cuanto al rechazo inicial en otro plantel, dijo no sentirse triste pero sí se cuestiona cómo puede pasar una situación así “cómo es posible, en primer lugar ellos no han trabajado con una persona para que actúen antes de conocer, es como comprar un carro y nomás con verlo digo que no sirve, cómo, sino lo he usado”.
La escuela no hizo ninguna adaptación para aceptar al menor, solamente pusieron una mesa en lugar de pupitre y se gestiona ron los libros del sistema braille para Miguel, aunque a decir del directivo no fue una tarea fácil, porque hay que gestionarlos hasta la ciudad de México y tienen que hacer un estudio para ver la viabilidad hasta que llegaron.
Miguel está iniciando su segundo año de estudios entrega sus trabajos en este sistema Braille apoyado de una Lap Top adaptada con un sistema en el que escribe sus tareas y trabajos escolares.
Siendo casi un joven, se compromete con sus proyectos y recomienda a sus compañeros “que sigan estudiando, si alguien tiene discapacidad que vean que no por eso aquí me quedé, no siempre vamos a tener a nuestros familiares, y por ese motivo más deberíamos de seguir estudiando para no depender de nadie”.
¿Qué sigue con tu vida Miguel?... es la pregunta obligada, pero él no piensa demasiado la respuesta, “Quiero ser licenciado en Derecho y meterme a la política, llegar hasta donde se pueda, me gustaría que el país contara con muchas cosas en lo econó mico, educación y le pido a mamá que mientras ella pueda darme estudios que se haga todo lo posible, por eso no le pido cosas, nomás la escuela, lo demás vendrá después, solas las cosas llegan”.
Hace cinco años que perdió la vista, pero conoce su pueblo y sus necesidades, es ahí cuando la siguiente pregunta surge ¿Qué harías por Tecomán?... Piensa un poco más y luego de un corto suspiro responde con otra interrogante “¿Qué no haría por Tecomán?, sobre todo más seguridad, escuelas dignas, con más infraestructura para los niños”.
La escuela secundaria recibe ahora un apoyo extra para tratar casos como Miguel, cuentan con una oficina de USAER que es una Unidad de Servicio de Apoyo a la Educación Regular donde los profesores personalizan sus clases cuando es necesario apoyados con USAER, de tal manera que los resultados han sido muy sobresalientes, es un niño de cuadro de honor y con promedio de 9.9 es lo que ha obtenido con su esfuerzo e inteligencia gracias al apoyo de su familia y los profesores.
Los profesores reconocer que al principio no sabían qué hacer, y tuvieron que investigar en la literatura pedagógica para enfren tarlo, “como todo lo nuevo hubo algunos con resistencia pero al final todos se adaptaron” dijo el subdirector del plantel.
Miguel Ángel ahora sabe tocar la guitarra gracias al apoyo del profesor de arte, ya ha participado en ceremonias y festivales, el siguiente paso es cantar, no pierde su sonrisa y al hablar de sus gustos Miguel concluye…“Me gusta la música cristiana”
Las oportunidades de los invidentes pueden ser tan reducidas que sólo tres de cada cien llegan a niveles superiores de educa ción, u obtienen un posgrado. Asimismo, según estadísticas del Comité Internacional Pro Ciegos, sólo 13 de cada 200 alumnos consiguen un buen empleo./ Luis Rosales Chávez.

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