Ahora les corresponde a los alcaldes de Colima y Manzanillo, Federico Rangel Lozano y Virgilio Mendoza Amezcua, respectivamente, poner en marcha sus estrategias de seguridad ante la ola de violencia en esos municipios. Deben dejar de soñar en la gubernatura para resolver en estos momentos los problemas que enfrentan y afecta directamente a la ciudadanía.
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