CHIHUAHUA, Chih. (apro).- “La apatía y el silencio de la Iglesia en general, del credo que sea, se ha vuelto cómplice de la violencia en Chihuahua, de los crímenes como asesinatos y desapariciones”, denunció Norma Ledezma Ortega, coordinadora de la asociación civil Justicia para Nuestras Hijas, que ayer cumplió 12 años de haberse fundado, aunque la celebración se llevó a cabo este lunes.
“Hoy tengo que decirlo, no lo había dicho en 12 años”, justificó la activista, cansada de que en ese mismo lapso de tiempo aún no se esclarezca el asesinato de su hija Paloma Angélica Escobar Ledezma.
“La Iglesia, llámese como se llame, ha permanecido apática y alejada a esta situación; los líderes espirituales se limitan a decir que debemos perdonar y que tenemos que olvidar porque es mandato divino. Es muy desafortunado en estos 12 años, y es la primera vez que me atrevo a decirlo, debido a que considero que creo en Dios fielmente, y creo que Dios nos dio las manos, los pies, la inteligencia, la fuerza para hacer lo que tengamos que hacer; creo fielmente que el primer guerrero y defensor de la vida misma se llama Jesús”, expresó frente a decenas de familias que conforman hoy Justicia para Nuestras Hijas.
Se trata, acusó, de una complicidad de la Iglesia con el Estado para seguir solapando, para proteger y ocultar ese tipo de delitos.
“Sé que es fuerte lo que estoy diciendo, pero no he encontrado la solidaridad y el apoyo de la Iglesia para esta causa. El día que nos entregan al hijo o a la hija, el día que los sepultamos ahí están con nosotros, pero después simplemente se alejan, no saben del martirio en el que continuamos las familias. He visto cómo nos desintegramos las familias, cómo de ser un gran número de miembros nos vamos quedando solos o solas”, detalló.
Al mismo tiempo, agradeció la solidaridad de personas, organizaciones y medios de comunicación que, sin haber pasado por su dolor, se han solidarizado para exigir y buscar justicia.
Paloma Angélica Escobar desapareció el 2 de marzo de 2002 y a Norma Ledezma le entregaron el cuerpo el 29 de ese mes, cuando la localizaron.
“El día que me fue entregado el cuerpo yo estaba sola. Esa noche que me entregaron los restos en un ataúd, como nos los entregan a todas, yo hice un juramento, una promesa: que no iba a parar, no iba a descansar hasta que diera con el asesino de Paloma. Hoy se cumplen 12 años de esa promesa, de ese juramento, he empeñado mi vida y he dedicado mi tiempo, sin el resultado esperado”.
También recordó que en 2006 ya había en la ciudad de Chihuahua otras cinco familias que buscaban a una hija, por lo que ese día decidieron organizarse para buscar y encontrar justicia, y así nació la organización.
Ahora atienden a familias de Juárez, Cuauhtémoc y otras regiones del estado, como Gran Morelos, Bocoyna, Urique.
“No celebramos, no festejamos, sólo conmemoramos un año más en espera de la justicia. Durante esos 12 años he visto desfilar familia tras familia, madres, padres, hermanos en busca de esa justicia tan lejana y tan legítima; he visto desfilar la indolencia, la indiferencia, la apatía, la corrupción de las autoridades, de las muchas autoridades, locales, estatales, nacionales ante esta situación. He visto desfilar policías, ministerios públicos; han pasado tres gobernadores, procuradores, hoy fiscales, y ninguno ha dado la respuesta esperada”, aseveró.
Y continuó:
“Desafortunadamente he visto a madres morir en la búsqueda de encontrar la verdad sobre su hija, sobre su hijo, he presenciado el dolor inagotable de cada una de estas familias”.
Hortensia Enríquez, madre de Ericka Noemí Carrillo Enríquez, desaparecida en el 2000, es una de aquellas familias fundadoras y quien hoy aseguró que continuará en la lucha para apoyar a otros afectados. Ella destacó que han tenido logros como obligar a las autoridades a contratar al equipo de antropólogas argentinas para avanzar en la identificación de las mujeres asesinadas, además de que han avanzado en la búsqueda y respeto de los derechos humanos de las víctimas.
“Quiero mandarle un mensaje a Ericka, donde quiera que se encuentre: que la extraño y la sigo buscando, y la seguiré buscando hasta que mi Dios me dé la salud y la vida. Nunca la dejaré de buscar y seguiré siendo miembro de Justicia para Nuestras Hijas”, manifestó.
El caso de Dayana
Norma Ledezma explicó que cuando preparaban las mantas con los nombres de mujeres y hombres desaparecidos, surgió el comentario de que ojalá que el nombre de Esperanza Chaparro Sáenz, encontrada asesinada el domingo 2, fuera el último.
Sin embargo, el miércoles 19 desapareció Dayana Flores Carmona, de 17 años, y la semana pasada llegó la familia en busca de apoyo.
Yolanda Carmona, mamá de Dayana Flores, dijo con voz entrecortada: “Perder un hijo es muy pesado, no lo puedo explicar Gracias a Dios por la fe y fortaleza para resistir. No se lo deseo a nadie. Mi niña, te amo, mi tesoro, yo te espero y te voy a encontrar.
Dayana comentó a su mamá un día antes de su desaparición su deseo de inscribirse a la Escuela Militar para hacer su carrera. “Este año terminaría el último semestre del CBTIS 158”.
La joven desapareció después de dejar a su hermano en la primaria “José Vasconcelos”, en la colonia Mármol III, ubicada al sur de la ciudad.
Dayana se suma a la lista de jóvenes desaparecidas hasta la fecha que, de acuerdo con las cifras de la Fiscalía General del Estado –que reporta sólo las denunciadas y no en todos los casos–, son 164 desde 1993.
En la zona centro que incluye la capital suman 34 mujeres con reporte de desaparición; en la zona norte, que comprende Juárez, 23; en la zona occidente, donde se ha incrementado de manera importante el número de desapariciones desde 2011, suman 23; en la zona sur, que tiene altos índices de violencia, 14.
Este año van 27 homicidios de mujeres y, desde 1993 a la fecha, Justicia para Nuestras Hijas tienen registrados más de 2 mil 200, dio a conocer Rosario Cano, mamá de un policía que desapareció en Coahuila en 2010.
A la fecha, según la Fiscalía, hay mil 100 hombres desaparecidos en el estado.
Ledezma explicó que el desierto de Chihuahua se ha regado con sangre de sus hijas. “No hay palabras para explicar, para darles nombre a los autores de estos asesinos, tal vez son unas hienas, pero mayor es la responsabilidad de autoridades que debieron hacer justicia y no lo han hecho”.
Luego advirtió que el gobierno ha hecho “bien su trabajo” para endosar la responsabilidad a las familias, pues alega que los desaparecidos y mujeres asesinadas “andaban mal” para no buscarlos, como debe de ser.
“El gobierno le apuesta a que nos cansemos, ya tenemos 12 años, y aquí estamos, no quiere decir que no nos cansemos, nos levantamos queriendo que alguien nos diga que fue una pesadilla, pero les decimos que no vamos a claudicar, porque no hay nada más fuerte que impulse a una familia, ni siquiera el odio ni el amor impulsan tanto como el dolor”, sentenció.
Durante la conmemoración, las familias subieron a un puente de la avenida 20 de Noviembre para colocar mantas que recuerden la situación de violencia en Chihuahua y para lanzar globos en señal de paz, de esperanza y de justicia.
Frases de dolor
Al concluir la rueda de prensa, algunas familias dieron a conocer sus nombres y el de sus hijos: “Soy Patricia Cervantes, mamá de Neyra Azucena Cervantes, asesinada en 2003”.
“Soy Ernestina Enríquez Fierro, mamá de Adriana Sarmiento Enríquez, desaparecida en enero de 2008, encontrada supuestamente en el 2009; guardada, escondida, custodiada, no sé, en el Semefo de Ciudad Juárez por dos años, según la encuentran en el 2009. Me la entregan en noviembre de 2011”.
“Soy Lorena Carrillo, esposa de Moisés Ernesto Portillo, desaparecido en diciembre de 2011, en Cuauhtémoc”.
“Soy Luz Refugio Payán Montoya; mis hijos Abel y Sergio Hernández Payán están desaparecidos desde el 11 octubre de 2011 en San Juanito, Bocoyna. “Soy Refugio Hernández, papá de Sergio y Abel, hasta que Dios nos dé la vida estoy para apoyar y encontrar a los desaparecidos, por este gran dolor de todos los padres”.
“Soy Martha Torres. Yo busco a mi hijo José Luis Torres Torres, desaparecido el 26 de marzo de 1986. Él encabeza la lista de todos los desaparecidos. Yo no sé si Dios me da la fuerza para seguir conservando la esperanza de verlo antes de morir”.
“Soy Leticia Montaño, mamá de una joven asesinada en diciembre de 2011”.
“Soy Carmen Remedios, mamá de María Cristina, desaparecida el 4 de mayo de 2000, asesinada en 2003 y me la entregaron hasta 2006”.
“Yo soy María Sáenz, mamá de Esperanza Chaparro. Yo felicito a Norma por la entereza que ha tenido, por el corazón enorme que tiene para cada una en ese momento en que estamos destrozados. Mi hija desapareció el 29 de enero y la localizaron el 2 de marzo de este año. Las cosas que se hacen aquí, aquí la van a pagar. Tengan el puesto que tengan y la ropa que tengan, tarde o temprano lo van a pagar. ¿Qué es lo que necesitan las autoridades?, ¿cuántos más?, ¿qué es lo que necesitan varones, qué es lo que necesita la sociedad para que nuestros pequeños ya no estén en riesgo? Porque ahorita ya están planeando el próximo crimen y, ¿cuál sigue? ¿Quién sigue?”.
“Soy Lourdes Hernández, mamá de Pamela Portillo Hernández, desaparecida el 25 de julio de 2010. Es víctima de desaparición forzada porque se la llevaron en los retenes clonados que había en ese momento”.
“Soy Carmen Ávila, mamá de Adrián Ávila, desaparecido con un amigo en Juárez en diciembre de 2012”.
“Soy María de Jesús Jacobo, mamá de Miguel Jacobo, desaparecido en Santa Eulalia. No lo encuentran. ¡Por favor, ya ayúdenme!”.
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