*El verdadero evangelio que transforma la sociedad, se llama ayuda mutua impulsada por la caridad...
Columnista
Néstor Raúl Avila Martínez
Café con Piquete
Desde el inicio de este nuevo gobierno que encabeza Andrés Manuel López Obrador (AMLO) donde el presidente de la República y la serie de promesas sobre la mesa roban cámara en la mayoría de los medios, la idea que atraviesa todas esas planas de tintas impresas y de manchas tipográficas en páginas web se resume en la palabra "transformación".
Frases como "no puede haber gobierno rico con pueblo pobre""austeridad en salarios de servidores públicos"; "Cancelación del aeropuerto"; "bajar precio de la gasolina", esto junto con la promera de aumentar el salario minimo, educación gratuita en todos los niveles, en fin, todo en pro de los pobres suena a una buena noticia, hace pensar en redención social, parece un evangelio.
Nuestra cruda realidad es otra, "sí se puede estar peor".
Lo cierto es que esta nueva forma de gobierno, al menos desde la perspectiva social cristiana, suena más a un intento de vendernos a una "buena noticia" que pone en riesgo la economía nacional y, por ende, el bien común, al querer ejecutarse por medio del asistencialismo se reduce a darle al que "lo necesita", olvidando el principio de subsidiariedad que pone en peligro el patrimonio de todo el conjunto.
Frente a esta realidad nos preguntamos ¿se solucionará la pobreza con reducir los salarios de servidores públicos y dar dinero a los pobres? ¿el gobierno proveerá de todo a los que menos tiene? ¿es válido recibir todo del Estado sin contribuir con él?
La subsidiariedad, habrá de proponerse como la virtud que brota del Evangelio. Entiéndase por ella, de manera simple, pero no por ella imprecisa, como la ayuda que brinda el grande al más pequeño en aquello que no se puede proveer a sí mismo.
Se trata del principio de la ayuda al necesitado, pero no de la suplencia de su persona en la capacidad que el mismo individuo tiene para salir adelante.
Bajo el principio de la caridad, habrá de tenerse en cuenta que ayudar al prójimo es una de las mejores formas de caminar hacía el progreso, pero dando a la vez los medios para que continúe su desarrollo y superación por sí mismo.
Quien recibe esta ayuda, a su vez, ayudará a otros a lograr lo mismo.
Hay que cuidarnos del espejismo de la "transformación" prometida con antifaz de evangelio.
El verdadero evangelio que transforma la sociedad, se llama ayuda mutua impulsada por la caridad.
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