sábado, 17 de enero de 2015

PECATAS MINUTAS

Por: Prof. Gilberto Moreno Larios
Re-centralización de pagos a los maestros
Los gobiernos de los estados ya no manejarán más la nómina de los trabajadores de la educación. A partir de esta quincena de enero se vuelve al viejo sistema centralista de pagos que se había modificado en los tiempos de Ernesto Zedillo, el último presidente priista del siglo pasado. En el marco de las reformas a las leyes de Coordinación Fiscal y de Contabilidad Gubernamental, se re-centralizan los recursos destinados a este importante rubro.
El control de la nómina de los trabajadores de la educación pasará de manos de los gobiernos estatales a las del gobierno federal. Con esta medida se pretende re-establecer el orden y la transparencia en el manejo de los recursos financieros, pues con el sistema descentralizado se tenía un uso indiscriminado del gasto que debería ser destinado exclusivamente a la educación. Servía de caja chica a los gobernadores en la que podían disponer a su antojo de la autorización de plazas fantasmas, nombrar maestros comisionados o con licencia, financiar campañas políticas; en fin, toda una serie de situaciones anómalas, mientras que las escuelas siguen careciendo de servicios elementales como sanitarios decorosos, edificios en buen estado, material didáctico adecuado, material de aseo, pintura, etc.
No podemos asegurar a ciencia cierta que tan atinada será la medida, porque a lo largo de la historia hemos aprendido que los retrocesos no son nada buenos. Pero lo que no se puede negar, puesto que salta a la vista, es la corrupción que se venía dando en todos los estados gracias a que los gobernadores tenían manga ancha para disponer de estos recursos financieros. 
En un absurdo e inadmisible amasiato entre los líderes de las secciones sindicales, los gobernadores y los secretarios de educación locales, podían disponer de plazas, comisiones y toda clase de artimañas para desviar el dinero que estaba destinado a los trabajadores, a mejorar los edificios escolares y a elevar la calidad de la educación. Se gastaban el dinero sin ton ni son en las campañas electorales, apoyando a liderzuelos metidos a políticos que al llegar a los ansiados puestos se olvidaban de las bases donde se formaron. Eso es en lo que toca a los docentes, pero la corrupción no se limita exclusivamente a eso, llega mucho más lejos; en los edificios de la secretarías de educación en los estados, pueden verse pululando como zombis a cientos de “trabajadores” que se la pasan comiendo tortas detrás de un escritorio, o a chicas glamorosas limándose las uñas mientras atienden su celular, sólo porque tuvieron la gracia de ser hijos del compadre, hermanos del amigo, parientes de la amante, etc. 
Gracias a los abultados presupuestos que la Federación otorgaba a todas las entidades, los gobernadores tenían la capacidad suficiente para convertir estas dependencias en agencias de colocación y refugio laboral para toda clase de “ninis”, juniors, inadaptados sociales, estudiantes fracasados, hijos idiotas; todos, por supuesto, con alguna relación sanguínea o emocional con los líderes sindicales o con los altos mandos de la clase política. El bonche era tan grande que alcanzaba para eso y más. Pero se acabó, con la re-centralización de pagos no habrá más recursos indiscriminados. Con los excedentes que resulten de una mejor administración del presupuesto, las escuelas podrán contar con recursos etiquetados para reconstruir muchos de los espacios educativos que hoy en día están en niveles deplorables. Además, con las reformas estructurales a la educación, ya no habrá maestros ineptos ni plazas obtenidas por compadrazgo; solamente laborarán maestros capaces que se hayan ganado su puesto en un examen de oposición.
A partir de este quince de enero, la Tesorería de la Federación vuelve a ser, como en los viejos tiempos, la pagaduría más grande de América Latina, relevando la autoridad a los gobiernos de los estados y quitándoles la responsabilidad de negociar las peticiones salariales del magisterio. Ahora todo se concentrará en el Distrito Federal. 
Esperemos que la idea resulte positiva, de lo contrario, solo estaremos viendo un cambio en el manejo del presupuesto educativo y un cambio en el manejo de la corrupción, porque también en el nivel federal ya sabemos cómo se las gastan.

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