Prof. Gilberto Moreno Larios.-
La última pedrada de Calderón
La clase trabajadora recibió el último coletazo del sexenio (que afortunadamente hoy se termina).
Con el micro aumento a los salarios mínimos, Calderón se despidió de los trabajadores dándoles una auténtica pedrada en la frente.
Autorizó el incremento al salario mínimo en 4%, lo que equivale en términos reales a un aumento en su consumo alimenticio de cinco tortillas.
Las últimas semanas de su gestión, Calderón las dedicó a despedirse, a cacarear a los cuatro vientos que su gobierno había sido de los mejores. Relajado y con un aire de satisfacción, inauguró obras realizadas al vapor, “descubrió” nuevos pozos petroleros, cantó como Hugo Chávez, le cantaron las golondrinas; y por todos los rincones del país se la pasó echándose porras y flores. Pero el colmo de la desvergüenza, lo vimos el día 26 de noviembre, cuando anunció el incremento a los salarios mínimos, en una auténtica mentada de madre a la clase obrera.
Es increíble suponer que las familias puedan subsistir con estos ingresos. Además, el salario mínimo sirve para fijar el monto de las pensiones que reciben los jubilados; es decir, también los jubilados recibirán un aumento raquítico.
Muchos bienes y servicios se incrementan cuando los salarios mínimos suben. Por ejemplo, si un trabajador fue “beneficiado” con un crédito de vivienda vía INFONAVIT, a partir del 2013 tendrá que pagar más porque es de acuerdo al salario mínimo vigente en el DF.
Aparte de todo, lo más absurdo y paradójico del asunto es que los salarios suben una miseria y los productos se empiezan a encarecer de forma alarmante y desproporcionada.
Aquí cabe una interrogante: ¿Qué razones movieron a Calderón a cometer semejante estupidez, prácticamente al cuarto para las doce, cuando ya tenía el pie en el estribo?
Como no conocemos la respuesta, vamos a inventar un dialogo entre los dos protagonistas, en una de las tantas reuniones secretas que tuvieron: -“Quédate con la reforma laboral, con las obritas mal hechas y con el descu brimiento de pozos petroleros, pero quítame la responsabilidad del salario mínimo, para entrar limpio, y que el pueblo crea que yo si haré bien las cosas”. -“Pero ya voy cargando con un costal de 60 mil muertos, yo que presumía de tener las manos limpias al inicio de mi sexenio”.
“No te preocupes, te voy a dar la embajada de España, allá te quieren más que en México, además, les prometiste ayuda a los europeos, ahora les cumples”.
Obviamente lo anterior no es verdad, pero, -haiga sido como haiga sido- Calderón se vio muy mal.
En la forma tan apresurada como se dieron las cosas, hace pensar que prácticamente se echó la culpa. Ya de por sí, históricamente no le va a ir muy bien.
El país no está mejor que hace seis años; su promesa de ser el presidente del empleo, la mató el día que desapareció de un plumazo la Compañía de Luz y Fuerza y la enterró cuando nos metió la Reforma Laboral. Para colmo de males, en la última semana aprobó el aumento al mini salario, en un acto que más parece de burla a los ya de por sí vapuleados trabajadores.
Por otra parte, Peña Nieto prometió en campaña, incrementar los salarios de los trabajadores, hasta hacerlos dignos y remunerativos.
Ya estamos viendo como nos pintarán las cosas con el nuevo gobierno; al menos durante el primer año de Peña Nieto, no llegará el mentado aumento, pues la revisión y la aprobación de nuevos salarios se realizan cada año, y en esta ocasión cuando a Calderón se le antojó, es decir a 4 días de terminar su mandato.
El PAN parece empecinado en no volver a los pinos.
Perdieron su oportunidad histórica. Primero con Fox en un sexenio verdadera mente tirado al bote de la basura y que durante la pasada campaña electoral se la pasó echándole porras a Peña Nieto, en una actitud por demás absurda. Ahora con Calderón, que solito se dio el tiro de gracia histórico a unos días de terminar su sexenio.
Que le sirva a Calderón para que los votantes le devuelvan el flaco favor en las futuras elecciones. Al PAN, no lo venció el PRI, lo acabaron sus mismos dirigentes y gobernantes en el poder que no supieron dignamente ejercer
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