lunes, 16 de junio de 2014

Columnista del periódico El Alacrán

El Bullying
La palabra “Bullying” era desconocida en México hasta hace menos de diez años, hoy es muy utilizada y se ha puesto de moda. 
Los orígenes de la palabra según algunos estudiosos del tema, tienen su origen en los estudios realizados por el psicólogo Dan Olweus de la Universi dad de Oslo, allá por la década de los 70, quien utilizó el término holandés cuyo significado literal es acoso.
La palabrita se asocia también con la palabra Bull que significa toro en inglés, o bully que significa “intimidar”
Aunque el término es relativamente nuevo para nosotros los mexicanos, el mentado bullying de cierta forma, siempre ha existido, sólamente que no se le conocía con ese nombre, ni siquiera se le nombraba, pues no había término definido para nombrarlo.
En todos los tiempos y en todas las clases sociales, por ende en todas las escuelas, particulares y oficiales, siempre han existido peleas entre alumnos. ¿Quién no recuerda la clásica frase de “nos vemos a la salida”?
¿Y quién no recuerda los trancazos que nos dábamos en el primer callejón que nos ocultaba de la vista inquisidora de los maestros, ante una multitud de chiquillos o jovenzuelos, anhelantes por ver el famoso “mole” que brotaba de la nariz o de alguna ceja reventada?
¿Y el acoso a los más débiles cuando nos sentíamos superiores y la cometida hacia nosotros por parte de otros más abusivos ?.
Siempre han existido.
La única diferencia es que hoy, en estos tiempos de tanta violencia, éstas actividades “cotidianas” en las escuelas, se han salido de control.
Hoy se cuenta con la tecnología para grabar las peleas y subirlas a la red, mostrándose al ganador como un superhéroe ante sus compañeros, mientras el perdedor queda totalmente avergonzado, dominado, humillado y subordi nado a la voluntad del vencedor. 
También, el acoso a los más débiles se ha incrementado, al grado de ocasio nar la muerte como ya lo hemos visto en múltiples ejemplos a lo largo y ancho del país.
Las diferencias entre lo que pasaba antes y lo que pasa hoy, es que en la actualidad tenemos alumnos carentes de valores, así los hemos educado.
La sociedad está conformada por niños, adolescentes, jóvenes y también algunos viejos que no respetan ninguna norma; es más, no respetan ni a la madre que los parió. .
En mi grupo de sexto grado, allá por el año de 1973, había un muchacho de 15 años(más grande que todos los demás) que nos enseñaba a pelear bajo un estricto código de honor, cuya norma principal era la frase del inigualable “clavillazo”: 
Al cáido no se le pega, así lo decía él, con acento en la –á-. 
Esta regla era respetada y venerada por todo aquél que participaba en una riña, demostrando con esto a pesar de que las peleas siempre serán algo indebido, que existía cierto respeto hacia los demás, aspecto que los niños y jóvenes de hoy no conocen, ni tienen idea de lo que significa.
No obstante, la papa caliente nadie la quiere agarrar. 
Los maestros dicen que la violencia se genera en la casa y que los chicos van a la escuela con las mismas mañas que aprendieron de los padres.
Los padres, por su parte, se quieren comer vivos a los maestros cuando ocurre una desgracia porque, según ellos, nadie tiene la culpa más que los maestros desobligados, que por negligencia, permiten que los chiquillos se comporten de esa manera.
Lo ideal en este caso es que cada uno asuma su responsabilidad y que se forme una conciencia reciproca de las dos partes.
Que los chicos, como alumnos y como hijos, vayan creciendo y vayan formando buenos hábitos de conducta, que no crezcan al garete como están creciendo ahorita.
Las leyes por si solas, no podrán acabar con este fenómeno social, hay que enseñarles valores. 
Ejemplos:hay que obligarlos a que saluden al tío, al vecino, al amigo; hay que llamarles la atención cuando se burlen del viejito, del discapacitado, del obeso, de la niña bizca; hay que hacerlos responsables de lavar su plato, sus calcetines, sus calzones; hay que corregirles cuando usen palabras vulgares o altisonantes, cuando no se cubran la boca al estornudar, cuando hablen con la boca llena.
Esos son sólo algunos valores, entre otros miles que se han perdido, pero que nos da flojera ponerlos en práctica. 
¡Adelante, se puede lograr mucho con eso en la escuela y en la casa!

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