Rogelio Guedea
Operación cicatriz, pero social
Es importante no obviar que con la imposición de Nacho Peralta como candidato a la gubernatura por el PRI los principales agraviados no fueron los precandidatos ni los militantes priistas que seguían a estos ni mucho menos los funcionarios del actual gobierno que ya se están convirtiendo en grandes amigos de Nacho Peralta, cuando antes operaron subrepticiamente en su contra. No. Los principales agraviados son los ciudadanos, es la sociedad, cuya opinión (reflejada en las encuestas y que ponía al precandidato Federico Rangel Lozano como el de mayor aceptación social) fue ninguneada por la cúpula priísta.
La operación cicatriz no tiene que enfocarse entonces en la repartición del pastel entre los dirigentes, precandidatos y promotores priistas, sino en la sociedad.
Nacho Peralta tiene que convencer a la sociedad de que en realidad era el candidato más idóneo y tiene que unirse a la sociedad y trabajar de cerca a ella para que no le quepa duda de que así lo era, porque si los medios utilizados para llegar a obtener la candidatura fueron corruptos (imposición del Centro) entonces cometería un grave error corrompiendo también los fines.
Para decirlo más claramente: cometería un error entregándole las arcas del estado a Fernando Moreno Peña y compañía, a su tío el director de Diario de Colima (que ahora lo baña de elogios, después de haberlo llenado de lodo) y a los propios bolsillos de sus cercanos.
De esta forma la verdadera operación cicatriz, esto es su legitimación social, como debe ser en cualquier democracia, no llegará nunca, y la ciudadanía no hará sino corroborar que nunca fue el candidato idóneo.
Por lo demás, si la sociedad quería a Federico Rangel Lozano (y ahí están las encuestas), sería inaceptable defenestrarlo porque con esto también se defenestraría a la sociedad, y lo mismo podría aplicarse en el caso del gobernador, que no hizo otra cosa más que impulsar la voluntad social, que había recaído en Federico Rangel Lozano.
Esta es la realidad y no se hagan más bolas confundiendo democracia con demagogia, porque entonces ya desde ahora la credibilidad hacia Nacho Peralta se impondrá imposible.
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