Acostumbrados a ganar por el solo hecho de pertenecer al PANAL, partido palero del PRI, los exlíderes magisteriales Alfredo Hernández y Guillermo Rangel de las secciones 6 y 39 del SNTE, respectivamente, se lanzaron al ruedo de las elecciones por los distritos locales II y VII, con la intención de repetir plato en el Congreso del Estado pero se llevaron el chasco de su vida. Fueron derrotados de forma contundente.
El pueblo pero principalmente el magisterio que tanto los “quiere” votaron en su contra, y le dieron su voto al que fuera, menos ellos.
El par de exdirigentes fueron a la contienda con la seguridad de quienes van a un día de campo, crecidos y envanecidos por el fuerte capital político que los respaldaba. Nunca tomaron en cuenta el rechazo casi unánime de la base magisterial que les pasó la factura por no haber movido un dedo ante la reforma educativa que, como dicen los docentes que la rechazan: Ni es reforma ni es educativa, es laborar y es punitiva.
Así, los ahora atribulados profesores, recibieron el poder justiciero del pueblo, quien les aplicó un voto punitivo, es decir de castigo. Votaron en su contra no porque sus contrincantes fueran mejores, sino porque el pueblo y la base magisterial estaban hartos de comer pan con lo mismo, que en este caso fue PANAL con lo mismo.
No obstante, el par de angelitos no se morirá de hambre por no haber ganado el codiciado puesto, ellos seguirán viviendo del presupuesto gozando de algún premio de consolación. Por ahí los veremos en alguna dirección o subdirección de algo, eso es lo de menos; al fin que la gubernatura la ganó un priista quien les dará chamba por ser chicos fieles al sistema. Lo único que no les tocaría ni por error sería la dirección de la Secretaría de Educación, eso que ni lo sueñen pues ya está destinada para el distinguido maestro Oscar Javier Hernández Rosas, uno de los artífices del triunfo de Ignacio Peralta.
Pasando a otro aspecto sobresaliente del proceso electoral “más transparente de la historia de Colima” pero que tiene que ver también con la apabullada que le dieron al PRI, es importante señalar que partido por partido, el triunfo se lo llevó el PAN. De no ser por las alianzas con el Verde y el PANAL que le levantaron la cola al viejo dinosaurio para que no dejara de caminar, otro gallo nos cantara.
Hasta las encuestadoras más serias y formales fallaron pues daban el triunfo holgado a Nacho Peralta sobre un Jorge Luis que aparecía siempre perdiendo por 10 puntos porcentuales o más. El mismo día de la elección, cuando comenzaron a salir los resultados del PREP, y se contaba con las famosas encuestas de salida que al final de cuentas valieron para maldita la cosa; Nacho Peralta declaró a la radio que su resultado era inobjetable, que iba ganando de manera contundente. Tiempo más tarde el candidato dejó de emitir declaraciones, el PREP dejó de contar, la vida se detuvo. Las cuentas se quedaron en -stand by-. Los números seguían favoreciendo a Nacho Peralta pero no de forma tan contundentemente como todo mundo esperábamos. Se informó que faltaban por contabilizar 63 casillas cuyos funcionarios, por falta de capacitación, habían metido a los paquetes las actas destinadas al PREP y que deberían ir por fuera de la caja en un compartimento anexo y ex profeso para los mencionados documentos; es decir, “que a Chuchita la bolsearon”.
Al siguiente día la Consejera Presidenta del IEE Felicitas Alejandra Valladares, primero dice, en una llamada telefónica a López Dóriga: que el conteo favorece al candidato del PAN; a los pocos minutos se desdice, corrige, enmienda y asegura que la tendencia es al revés. Y se queda sembrada la duda.
Ya se contó voto por voto como lo solicitó Acción Nacional; ya le dieron a Nacho su constancia de mayoría; ya tenemos nuevo gobernador. Pero ahora cómo hacemos para que Jorge Luis acepte y sea buen perdedor, que no impugne y que se regrese a su senaduría a trabajar en sana paz por el bien de los colimenses. Si el perro es bravo y lo cucan…
No hay comentarios:
Publicar un comentario